miércoles, 20 de noviembre de 2013

Momentos Reparadores


Es increíble lo felices que éramos, lo bien que lo pasábamos y lo poco que necesitábamos. Casi 10 años después, juntas de nuevo en un piso de Barcelona y recordando los últimos años de instituto.

En muy poco tiempo y sufriendo tanto cambio. Tantos años estudiando y que solo cuenten los dos últimos. Notas que ya “cuentan” de verdad. Las primeras salidas nocturnas hasta altas horas de la madrugada que poco tiempo antes eran impensables. Notitas de clase que se hacían interminables. Se iban quedando pequeñas de todo lo que teníamos que contar e iban perfeccionando con diferentes colores, normas de cómo y dónde escribir,… como si de obras de ingeniería se tratara.

Las primeras mini locuras por amor. Las primeras noches fugaces. Los primeros nervios de verdad frente a los últimos exámenes. Se puede decir que el último año experimentas multitud de nuevas sensaciones que permanecerán para toda la vida.

Todo eso comentado en un pequeño bar del Barrio Gótico. Fuera está diluviando pero poco nos importa a nosotras. Disfrutando de una cena mexicana mientras una historia tras otra nos viene a la cabeza y no nos deja parar de reír. Risas reparadoras, risas entre amigas que por agenda, trabajos y casi 600km de distancia se dan menos veces de las deseadas.

Recordar las salidas nocturnas, nuestras frases de guerra que al volver a pronunciar hasta nos hace enrojecer. Los modelitos ideales y divinos de entonces que al imaginarlos de nuevo se nos vienen a la cabeza los nombres que les pusimos. Las botas de “power ranger”, la “falda servilleta”… modelos divinos que al verlos de nuevo en fotos nos hacen no saber dónde meternos y preguntarnos ¿de verdad que era yo?, ¿en serio me gustaba eso?
Todas estas salidas traen de la mano conversaciones interminables de fugaces historias con el chico súper guapo del sábado pasado. Mínimos detalles que a nosotras nos llenaban agendas y notitas de comentarios que, por supuesto, siempre nos dábamos la razón entre nosotras. Da igual que pasase lo que pasase, “ellos se lo perdían”, “éramos demasiado para ellos” y “no era tan guapo”. Lo bueno es que con amigas así, esto no ha cambiado entre nosotras, siempre ahí para lo que necesitemos. Gracias chicas por estos días de reencuentro, paseos, turismo, comidas y sobre todo cafés llenos de recuerdos y risas.
Hasta la próxima, ¿dónde?, quién sabe, pero pronto, ¡seguro!

                                                                                                                                                                   SPJ
 

martes, 5 de noviembre de 2013

Puede que..


Tiene un encanto especial. Puede que sea un encanto que se consigue con el tiempo y no un amor a primera vista. Puede que sugiera sentimientos enfrentados. Puede que para llegar a quererla del todo nos tengamos que distanciar. Puede que aun queriendo salir de allí necesitemos verla y sentirla cada cierto tiempo.

Puede que sus calles, sus castizas calles, te envuelvan en algo especial. Puede que sus estrechas calles con sus antiguas fachadas y diminutos balcones nos asombren una y otra vez. Puede que disfrutemos como el primer día cada vez que las recorremos. Puede que no nos importe perdernos por ellas. Puede que seguir descubriéndolas siempre nos regale algo mágico.

Puede que sus gentes sean más parecidas a ti de lo que parecen. Puede que sus viandantes sientan lo mismo que tú. Puede que sus ocupantes sean simples pasajeros, simples pasajeros que desconocen por cuánto tiempo más la podrán disfrutar. Puede que esa fugaz estancia de la mayoría de ellos haga que sea tan mágica.

Puede que sea un trocito de muchos. Puede que su identidad dependa de ti. Puede que sus alegrías se compartan y compongan por mucho más de lo que podremos imaginar. Puede que sus mayores logros los sintamos como nuestros. Puede que toda esa mezcla la haga tan mágica.

Puede que su esencia sea única. Puede que su esencia simplemente enganche. Puede que su esencia nos regale mucho sin darnos cuenta. Puede que su esencia simplemente sea mágica.

Puede que su ritmo nos envuelva al instante. Puede que su velocidad nos impulse a querer siempre más. Puede que su actividad nos regale cosas nuevas a cada momento. Puede que su premura nos despierte a la innovación. Puede que su celeridad la haga tan mágica.

Puede que no sea de nadie. Puede que sea de todos.
Puede que hablemos de Madrid.