Es increíble lo felices que éramos, lo bien que lo pasábamos
y lo poco que necesitábamos. Casi 10 años después, juntas de nuevo en un piso
de Barcelona y recordando los últimos años de instituto.
En muy poco tiempo y sufriendo tanto cambio. Tantos años
estudiando y que solo cuenten los dos últimos. Notas que ya “cuentan” de
verdad. Las primeras salidas nocturnas hasta altas horas de la madrugada que
poco tiempo antes eran impensables. Notitas de clase que se hacían interminables. Se iban quedando pequeñas de todo lo que teníamos que
contar e iban perfeccionando con diferentes colores, normas de cómo y dónde
escribir,… como si de obras de ingeniería se tratara.
Las primeras mini locuras por amor. Las primeras noches
fugaces. Los primeros nervios de verdad frente a los últimos exámenes. Se puede
decir que el último año experimentas multitud de nuevas sensaciones que
permanecerán para toda la vida.
Todo eso comentado en un pequeño bar del Barrio Gótico.
Fuera está diluviando pero poco nos importa a nosotras. Disfrutando de una cena
mexicana mientras una historia tras otra nos viene a la cabeza y no nos deja
parar de reír. Risas reparadoras, risas entre amigas que por agenda, trabajos y
casi 600km de distancia se dan menos veces de las deseadas.
Recordar las salidas nocturnas, nuestras frases de guerra
que al volver a pronunciar hasta nos hace enrojecer. Los modelitos ideales y
divinos de entonces que al imaginarlos de nuevo se nos vienen a la cabeza los
nombres que les pusimos. Las botas de “power ranger”, la “falda servilleta”…
modelos divinos que al verlos de nuevo en fotos nos hacen no saber dónde
meternos y preguntarnos ¿de verdad que era yo?, ¿en serio me gustaba eso?
Todas estas salidas traen de la mano conversaciones
interminables de fugaces historias con el chico súper guapo del sábado pasado.
Mínimos detalles que a nosotras nos llenaban agendas y notitas de comentarios
que, por supuesto, siempre nos dábamos la razón entre nosotras. Da igual que
pasase lo que pasase, “ellos se lo perdían”, “éramos demasiado para ellos” y
“no era tan guapo”. Lo bueno es que con amigas así, esto no ha cambiado entre
nosotras, siempre ahí para lo que necesitemos. Gracias chicas por estos días de
reencuentro, paseos, turismo, comidas y sobre todo cafés llenos de recuerdos y
risas.
Hasta la próxima, ¿dónde?, quién sabe, pero pronto, ¡seguro!
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