Hay personas importantes en tu vida, personas que pasaron
por ella sin dejar huella, personas que eran totales desconocidos y pasaron a
formar parte de tu día a día, personas que lo eran todo y de repente son
completos desconocidos, personas que … así podría seguir diciendo un sinfín de
tipos de personas con las que nos topamos a lo largo de nuestra vida.
Hay circunstancias que hacen que las personas que ocupaban
tu día a día ya no lo hagan, como puede ser un cambio de trabajo, un final de
curso, un largo viaje a otro país,… y ya por ello nos entristecemos, pensamos
que ya no será lo mismo, que esa o esas personas dejarán de saber de ti,… pero
yo me niego a pensar que eso tenga que ser así.
Pasan personas por nuestra vida que realmente merecen la
pena y por la simple vaguería, por pensar que esa persona ya no se acordará de
ti, por si le molesto y por multitud de cosas que se nos vienen a la cabeza
dejamos de hacer esa llamada o de escribir ese mensaje con un simple “¿qué tal
estás?” que tanto deseamos decir y que a esa persona tanto enriquecerá y alegrará.
Me niego a que personas con las que solo necesitabas una
mirada para saber cómo estabas porque, por ejemplo, has compartido con ella un
viaje de meses alejada de familia y amigos de siempre y pasó a ser prácticamente
tu sombra, tu confesora, tu familia,…, en definitiva, tu mayor apoyo, y llegue un momento que te
reencuentres con ella y parezcáis auténticos desconocidos.
Merece la pena conservar lo que nos hace feliz, lo que nos
divierte, lo que nos da confianza, lo que nos permite tomar un simple café y
pasar una tarde entera de risas, lo que nos ayuda cuando tenemos un tropezón de
cualquier tipo,… y esto no son, ni más ni menos, que las personas que pasan por
nuestras vidas por una u otra razón.
Esta semana dos personas de mí día a día han dejado de
serlo, pero solo han dejado eso, de
serlo del día a día, porque por supuesto que seguirán formando parte de mi
vida.
Hagamos un pequeño esfuerzo y conservemos lo más importante
que hay, que son las personas, porque lo material nunca nos devolverá tanto
como una simple sonrisa o un abrazo cuando lo necesitas.
SPJ
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